lunes, 14 de marzo de 2011

Apropósito de la opinión publica

Establecer un concepto acertado acerca de la influencia directa de la Opinión Pública en las sociedades contemporáneas, seria definir el fundamento epistemológico de los juicios de valor que emite cada ciudadano acerca del mundo en la actualidad. Ciertamente resultaría absurdo asegurar que las inclinaciones personales de índole doctrinaria, no están normadas por las fuentes de conocimiento que actúan como agentes externos en la formación humana y que “moldean” la idiosincrasia social, sus métodos y costumbres, e incluso sus marcados conceptos de justicia y libertad.

Partiendo de este principio podríamos comprender el porqué de las antípodas del pensamiento social (histórico y contemporáneo) de los bloques occidental y oriental. Ambos componentes geográficos, aunque coinciden en ciertos paralelismos históricos, están claramente definidos en cuanto a religión, sociedad, política y costumbres y sus fuentes de conocimiento en las materias previamente mencionadas, marcan el contraste radical de ambas culturas (si es que de manera somera se los puede agrupar en dos grupos: Oriente y Occidente). Pero si de alguna manera podemos “actualizar” esas fuentes de conocimiento antes descritas, deberíamos remitirnos ciertamente a las Fuentes de Información. No sería ajeno a nosotros escuchar referencias acerca del “desinformado medio oriente” o la “manipulada sociedad occidental”. En ambos casos, el manejo de la información, juega el papel de la Espada de Damocles en cuanto a estabilidad social se refiere; pues una sociedad que se desenvuelve en base a mitos continuamente repetidos, tarde o temprano acabará por auto consumirse. Apropósito de esto Jiddu Krishnamurti mencionaba: “No existe hombre mas esclavizado, que aquel que falsamente cree ser libre”. Lógicamente, resulta imposible negar que el manejo de la información previamente mencionado, contenga implícito un altísimo poder de manipulación masiva y a pesar de no ser un poder precisamente institucionalizado, carece de coherencia legislativa; es decir, que de manera globalizada no está sujeto a ningún tipo de control difusivo. Si bien la normalización de la opinión pública podría aplicarse a largo plazo, debemos considerar que el de fomentar la estructuración de una normativa capaz de regular aspectos de opinión, alcance, difusión de contenidos e incluso veracidad; corre el riesgo de convertir a las comunicaciones en una simple herramienta de ordenamientos políticos y morales, ya que esta, como he advertido antes, tiene una enorme capacidad de persuasión pública.

Más que un proyecto de control comunicativo a nivel a mundial, la problemática social del planeta exige la intervención de una nueva conciencia globalizadora que produzca un público crítico, audaz y altamente investigativo, capaz de analizar a profundidad la información que llega a sus manos. Adiestrar a la audiencia en criticismo, generará una nueva generación de sociedades ávidas de conocimiento y las cuales, paulatinamente, incrementaran su nivel intelectual, evadiendo la desinformación y emitiendo criterios fundamentados en función de sus conocimientos acerca de los temas de mayor o menor relevancia en el ámbito político.

Actualmente la tecnológica y el constante desarrollo social de determinadas naciones, contrastan radicalmente con la violencia y la carencia holística de otras, pero sin duda todos los seres humanos de el planeta, estamos sintiendo o hemos sido afectados por la arrasadora oleada comunicadora fruto del constante desarrollo tecnológico, mas no debemos olvidar que estos extraordinarios avances vienen sujetos a considerables niveles de poder y el poder requiere a su vez un de una cuantiosa responsabilidad. Así que la pregunta surge: ¿La tenemos?

No hay comentarios:

Publicar un comentario