domingo, 20 de marzo de 2011

Sobre la plusvalía, la sociedad y la opinión publica


Entender a las sociedades como simples grupos humanos que comparten acordados vínculos de índole cultural e histórica y que conviven en un espacio geográfico determinado, es reducir a su mínima expresión el potencial individual de los sujetos que conforman la misma. Un concepto mayormente acertado diría que sociedad, es referirse a la dinámica en constante evolución de las relaciones entre individuos, los cuales particularmente se congregan en un todo sistemático, capaz de generar una serie de ordenamientos que regulen su comportamiento.

Sin embargo resultaría absurdo negar que en muchas ocasiones, las sociedades se han visto segmentadas a su vez, en estratos de condición humana los cuales se forman en función de la acumulación de capital, sea esta excesiva o nula. Así podríamos registrar la existencia de una conciencia generalizada, la cual reconoce que la estratificación social (sea cual sea su origen) es un factor de altísima relevancia en cuanto a relaciones de poder se refiere y que establece las condiciones de gobernador y gobernado.

Pero si la conformación de los mencionados “estratos” se maneja en base de agentes económicos, el término “plusvalía” operaría un importante concepto en la generación del capital que en primera instancia ha dividido a la sociedad. La lógica de la plusvalía (término introducido a partir de la critica a los economistas clásicos por parte de Karl Marx) hace referencia al valor no remunerado que genera un obrero asalariado por encima de su fuerza de trabajo y del cual se apropia el capitalista. En términos simplificados, la plusvalía es la productividad extra que crea un trabajador (la cual no se reconoce en sus honorarios) y que le permite enriquecerse al empleador. La teoría marxista acerca de la acumulación de riqueza basada en la plusvalía es ciertamente innegable (de hecho así funciona el sistema capitalista). Sin embargo analizando a profundidad la temática social, mas que la económica, podríamos construir un paralelismo funcional entre el papel de la plusvalía económica en la sociedad y las relaciones de clase en cuanto al manejo de poder que advierte la manipulación (en todo las dimensiones de este concepto) de la opinión pública. Así como la plusvalía puede ser expresada en concepto del aprovechamiento parcial de la funcionalidad de una persona; la opinión pública puede ser analizada como el promotor circunstancial de un poder implícito en los fundamentos que orientan la toma de decisiones de cada individuo, aprovechándose de esa funcionalidad (viéndolo como una de las piezas del rompecabezas social) y que influye en su reacción unitaria y colectiva en detrimento de la parcialidad.

En un concepto más amplio, la plusvalía y la opinión pública, serian las aristas que dividen los posicionamientos sociales contemporáneos, definiendo los estratos basados en variables como pensamiento, percepción de la realidad y por supuesto capacidad económica. La segmentación social (basada en plusvalía y opinión pública) nos ofrece un panorama propiciamente analizable de la arquitectura social de un estado. Aunque mi intención jamás haya sido la de estudiar a las sociedades como cuerpos científicamente estables y matemáticamente coherentes o exactos, una visión comparativa de las estructuras económicas y comunicativas posiblemente nos ayudaría a comprender el porqué de la marcadas diferencias entre una y otra clase social. El trasfondo de un análisis de la índole mencionada, seria demostrar que la piramidacion general de un Estado, no solo se debe a factores económicos; sino también a la profunda influencia que la opinión pública (entendida como los medios de comunicación, radio, prensa escrita e incluso internet) ha ido desarrollando en las últimas décadas, recalcando las polaridades de cada realidad y en marcadas ocasiones, incluso contraponiendo unas con otras.

De esta manera la responsabilidad recae una vez más en la voluntad individual del “patrono” o en su defecto(explícitamente en el caso de la opinión pública), del agente que maneje la transmisión de información la cual esté potencialmente en capacidad de desencadenar opiniones mas que criterios. El nivel cuantificable de plusvalía que se pueda tomar de un trabajador, quedará siempre subordinado al juicio de su empleador, al igual que las millones de conciencias que dependen de la visión de la verdad que la opinión pública les ofrece.

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