martes, 18 de enero de 2011

Integracion Ardida

La interdependencia entre estados se ha convertido en la actualidad, en una materia digna de profundización, que pretende viabilizar, de una u otra manera, los mecanismos que conducirían a una integración regional, que a simple vista muestra un panorama mundial mucho mas beneficioso que aquella visión “realista” de una constante pugna internacional basada en simples hegemonías.

Resulta entonces poco conveniente analizar la temática internacional desde una limitada teoría hegemónica; o por la de supuestas polaridades basadas en conflictos caducos . En efecto, la diversidad de criterios de la comunidad epistémica acerca del paisaje internacional, ya no encuentra fundamentos para oponerse radicalmente a la integración entre estados y mucho menos a la conformación de organismos supranacionales que manejen en considerable medida, uno o varios aspectos en materia de justicia, democracia y gobierno colectivo en las naciones occidentales . Es por lo tanto una realidad universal, el hecho de que la cooperación interestatal ha facilitado el desenvolvimiento de las sociedades dispuestas a colaborar con este tipo de iniciativas; sin embargo cabe mencionar, que la comunidad internacional es el producto de un sinnúmero de aciertos y errores que se han venido produciendo a lo largo de la historia y que han facilitado este experimento interestatal, que a mi criterio, es más empírico que científico.

Es en cierta medida es lógico mencionar, que muchos de los objetivos internacionales se han visto mermados por las personalidades políticas y sociales de los estados. Resulta innegable aseverar que la integración Latinoamericana no ha alcanzado magnitudes siquiera considerables dada la diversidad de tendencias ideológicas que conviven en el subcontinente, pues entre gobiernos conservadores, liberales, desarrollistas e incluso inéditos , los consensos se han venido aplazando de forma permanente, proyectando una imagen negativa de las reuniones de UNASUR y de la mismísima OEA, las cuales se producen en su mayoría por causas de extrema conmoción internacional o por la vana intención de sus miembros de dar solución a crisis políticas inusitadas en la región .

Partiendo de todas estas premisas, podemos enfatizar en la idea de que la integración es una tarea que conlleva un esfuerzo conjunto de gobiernos que, a pesar de disuadir en formas, están conscientes de que el fondo atraerá un sinnúmero de beneficios colectivos y que el momento propicio para iniciar dicho proceso, es precisamente aquel en el que aparentemente impera la desigualdad y el caos social y político y para no citar ejemplos rebuscados, me remito a la prueba mas palpable y fructífera de integración que ha producido la humanidad: La Unión Europea.

Muchas veces resulta antagónico recordar que hace apenas sesenta años la perspectiva mundial mostraba a una Europa devastada por un conflicto armado de incalculables proporciones. Países como Alemania, Italia, Francia y Suiza, estaban sumergidos en una abismal crisis económica, social y política. La Segunda Guerra Mundial no solo había hecho añicos los cimientos de las civilizaciones europeas; sino que había implantado tal horror en sus sociedades, que el mismísimo Maquiavelo se hubiese estremecido al conocerlas. Y de hecho es en esa lamentable situación que nació la idea de integrarse, de colaborar conjuntamente para levantar un continente que había sido víctima de una barbarie que parecía ser de irremediables consecuencias.
Cabe mencionar también, que de nada contaron los tintes ideológicos de los países en cuestión, pues luego de semejantes atrocidades, los pueblos no hallaron obstáculos en los caminos del consenso y por el contario, supieron organizarse de tal manera, que la proyección de los objetivos planteados resultaron ser un rotundo éxito para las actuales naciones mas desarrolladas del planeta. Es así como a paso forzoso se fue consolidando la idea regional de Europa mediante un proceso principalmente llevado a cabo entre pares, pues parte vital de la integración es iniciar las negociaciones con miembros que se sientan iguales entre sí, sin distinción de metodología, credo o inclinación política.

¿Es entonces la integración el resultado de una mutación de funciones de varios estados? ¿Existe un manual de procedimientos de integración del cual podemos tomar ejemplo? ¿Resultaría potable para América Latina considerar como paradigma al modelo Europeo?

Lógicamente las respuestas a estas preguntas, requieren un análisis profundo de la situación internacional en la que nos encontramos. En inicio debemos considerar que las realidades históricas de ambos bloques (Europa y Latinoamérica) han sido distintas y los paralelismos entre ambas surgen solamente a partir del siglo XVI. Es también digno de este análisis la calidad de gobiernos que han prevalecido en la subregión americana, pues en pleno siglo XXI se continúa insistiendo en términos turbulentos como “Revolución Ciudadana y Neo socialismo o Socialismo del siglo XXI; concepciones políticas que en Europa han sido plenamente superadas y cuyas antítesis son las que configuran el diseño político-administrativo del viejo continente.

No debe escapársenos también, la temática central del gobierno supranacional: su estructura y funciones. Si bien con esta oleada revolucionaria que ha reconfigurado a la izquierda política americana, la organización de la administración pública ha sufrido severos y considerables cambios. Pero la integración requiere que se desarrolle cierta paridad en la institucionalidad estatal de sus potenciales miembros, siendo el establecimiento de un real equilibrio de poderes, el talón de Aquiles de la eventual unificación supranacional en Sud América. Así las funciones de cada Estado, juegan un papel primordial en el inicio de la unificación regional; sin embargo estas funciones, están fuertemente ligadas a la visión estatal de cada país en particular y es justamente en esta materia, en la que la comunidad administrativa y académica debe ahondar, pues lógicamente el desarrollo de una posible integración estará basada en la capacidad de sus autoridades de equiparar los poderes en iguales circunstancias .

Como he mencionado antes, las corrientes izquierdistas de América, han configurado, intencionalmente supongo, una serie de transformaciones estructurales en la administración estatal las cuales se oponen visceralmente a la tolerancia igualitaria del poder del estado, dado que si se creía que el socialismo exhalaba su último aliento; hemos de observar que ha resucitado en América y con este, viene adjunta una muy considerable intervención estatal en todos los aspectos. En función de la mencionada intervención, se ha desencadenado una repartición sui generis del poder estatal; poder que en estas naciones se ve maximizado por la rigidez de sus mandatarios, que saltando toda institucionalidad son los primeros en corromperlo .
De este modo, se vuelve imposible iniciar un proceso de integración, con participantes que no respetan ni la propia conformación institucional de los países que representan, sin mencionar que esa institucionalidad ha sido en muchos casos el producto de la voluntad ejecutiva de saciar los infundamentados requerimientos populares .

Antes de iniciar un accionar de cohesión supranacional, debemos tomar en cuenta que le primer obstáculo que se presenta en el camino de la integración es sin duda la creciente desigualdad de sistemas administrativos en América; y no debemos me refiero a formas de gobierno; sino a la repartición de la capacidad estatal que incluso ha creado nuevas dependencias como un poder de Participación Ciudadana y otro Electoral, que a manera de ironía, se encuentra nada menos que a la par de los clásicos Ejecutivo, Legislativo y Judicial.

Este nuevo modelo de administración se muestra como un enorme desafío para la comunidad internacional, pues parece que los científicos sociales y administradores públicos ecuatorianos, han superado en sabiduría al mismísimo Montesquieu, pero contradictoriamente y ya en la práctica, se ve que cada día se agranda el enorme abismo que desde hace tiempo nos separa de naciones mucho mas sobrias, que han encontrado consensos basados en los clásicos, pues muy difícilmente figuraremos en el futuro como precursores de nuevas teorías administrativas; por el contrario, pasaremos a formar parte del reducido grupo “revolucionario” que en pleno siglo XXI continua conspirando en contra del supuesto imperialismo en un rincón.

2 comentarios:

  1. De acuerdo, el sistema internacional ha generado una interdependencia tal que supera el voluntarismo tradicional y el liderazgo unilateral hegemonico hacia un comportamiento cooperativo de los estados, como unica opcion para combatir los peligros globales, como el terrorismo, por ejemplo. La cooperacion, mas que una ventaja, se ha convertido en una necesidad. "Espero un volumen de la novela".

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  2. Mi estimado Pablo: es un articulo digno de publicar en SINTONÍA DEMOCRATICA también.

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