miércoles, 2 de marzo de 2011

El arma de difusion masiva

La profunda influencia en materia doctrinaria de factores externos tales como las sociedades en movimiento, el auge de retomar sistemas político-administrativo caducos, los grupos de presión con marcadas tendencias políticas y las inquebrantables corrientes moralistas a nivel mundial (con sus exclusivos conceptos de bien y mal), han hecho de la política contemporánea una amalgama de variantes ideológicas que en determinados espacios geopolíticos (y hago referencia al panorama sudamericano) han desembocado en una profunda divergencia de mutaciones políticas, características de las democracias más vulnerables del planeta. Pero a los factores previamente mencionados, podríamos añadir el que sería probablemente, el determinante político más marcado en el primer decenio del siglo XXI, el cual ha conseguido manosear la consciencia masiva del mundo y permitiendo que cada ser humano sobre el planeta tenga la capacidad de emitir juicios de valor, y en muchos casos tomar otras instancias en función de la fracción informativa que les llega, ha jugado el papel de juez y verdugo en el proceso de toma de decisiones colectivas, desprestigiando gobiernos y gobernantes y principalmente, creando un poder arrasador que no conoce frontera y que actualmente posee la peligrosa capacidad de juzgar indiscriminadamente.

Es así como este “factor externo” ha venido apoderándose de ciertas capacidades o en muchos casos atribuciones, que le dan la facultad de ejercer una profunda injerencia en el pensamiento político contemporáneo y que para muchos, es considerado el advenimiento del “reino del hombre detrás de la cortina”, del poder detrás del poder o incluso del cual bien mencionaba Charles Maurice: "Conozco a alguien que tiene más espíritu que Napoleón, que Voltaire, que todos los ministros presentes y futuros: la opinión pública."

Ciertamente el denominado cuarto poder ha dejado los oscuros recovecos de las teorías de la conspiración y se ha convertido en una palpable realidad política. Los mecanismos de comunicación a nivel mundial se han catapultado al núcleo de los círculos sociales (sean estos de alta o baja relevancia en el manejo de la información) y han desencadenado un fenómeno de incalculables consecuencias que seguramente está siendo seriamente tratado por los líderes mundiales. Así el estrecho vinculo, que de por sí ya existía, entre el comportamiento social y los sistemas de información que lo rodean, se ha fusionado en su totalidad e incluso me atrevería a aseverar que en la actualidad, el uno es dependiente del otro. En materia de conflictos, por ejemplo, sean estos de índole bélica, social e incluso ideológica, los medios de comunicación han jugado un papel dirimente en cuanto a la repercusión en las medidas de sus actores y por ende en sus secuelas.
Pero sin duda debemos recalcar, que la característica más acentuada de este creciente poder es su capacidad de expansión, fruto del desarrollo tecnológico de los últimos tiempos. La era digital ha traído consigo un sinnúmero de beneficios para la humanidad y el progreso de las herramientas de comunicación es sin duda la obra maestra de este conglomerado científico especializado que hoy en día nos abruma con su eficiencia.

Pero a su vez, esta flamante “arma de difusión masiva” tiene un altísimo poder de destrucción (como si de cualquier otra arma se tratase) pues ahora se convulsiona el norte de África, en donde los pueblos queriendo seguir el ejemplo egipcio, pretenden alzar sus voces y posiblemente por primera vez hacer la bandera de la democracia. Los tiempos cambian y con ellos las dinámicas sociales evolucionan. Resultaría muy interesante entonces, imaginar que hubiese conseguido el Ministro de Propaganda Joshep Goebbels si hubiera podido retrasmitir el Discurso de la Guerra Total pronunciado en el Palacio de los Deportes de Berlín, a más de 100 millones de usuarios por medio de Youtube. O las consecuencias que hubiese acarreado un simple tweet enviado por el usuario “josephstalin” con respecto al pacto Ribbentrop-Molotov. O un inocente “me gusta” en el perfil de Richard Nixon luego de que se “compartieran” las grabaciones conocidas como “The Smoking Gun”.

El panorama político actual, nos ofrece una perspectiva renovadora de las capacidades sociales de influir directamente en la administración del Estado y este nuevo poder mundial, a pesar de carecer de institucionalización oficial, puede aventajar considerablemente a la humanidad; pero al mismo tiempo y siendo una arma, estamos corriendo el gravísimo riesgo de ser sometidos a una cadena de información carente de objetividad y en muchos casos incluso manipulada. No olvidemos que las comunicaciones son el canal mediante el cual circula el mensaje y dicho canal jamás debería superar la connotación básica de la información que acarrea: la verdad.

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